Trabajo humano vs. robots: 13 trabajadores nos cuentan por qué un robot podrá o no sustituirles
Vaya dilema, ¿nos quitarán los robots la forma de ganarnos el pan? Puede que no nos preocupe esta cuestión ahora y pensemos que es cosa lejana a décadas vista, pero los expertos avisan que no nos confundamos, que ya están aquí y es cosa de pocos años (en El Foro Económico Mundial de Davos señala que hasta 2020, 7 millones de empleos serán sustituidos por máquinas). Cualquier empleo que se pueda automatizar, será automatizado. La transformación digital facilitará este proceso y tiene pinta de ser irreversible.
Un estudio reciente de Pew Research Center revelaba que el 48% de los encuestados estaría preocupado por la llegada de robots a su empresa y comprometer su actual puesto de trabajo, frente al 52% que lo ve como una oportunidad de dedicarse a otras cosas que de verdad le llenan más, trabajar para vivir y no vivir para trabajar. Se mantiene la proporción de Pareto: solo el 20% será necesario para cuidar de que todo funcione correctamente y el otro 80% a empleos de servidumbre… salvo que estés «liberado» (a costa de las cuotas a la Seguridad Social de los robots, por ejemplo) y te puedas dedicar a la poesía y a la filosofía como en la antigua Grecia.
Se dice que los únicos sectores que se librarán del auge de la robótica son aquellos que requieren esfuerzo humano «en local» (jardineros, pintores, niñeras…), esfuerzo humano «en diferido» (editores, entrenadores, coordinadores…) y las posiciones de mayor nivel directivo (¡qué casualidad!). En el resto, a no ser que se tenga un gran apego a la cadena de montaje, habrá que dejar hueco a las máquinas. Porque robots con apariencia humanoide que imiten nuestras maneras y habilidades con gestos torpes y mecánicos serán los menos. Pero máquinas de precisión, de resistencia y fatiga, de cómputo o de relación y memoria, sin duda, serán mejores, más rápidas y más fiables.
Es más fácil que nadie quiera trabajar por cuenta ajena, porque los empleos que queden, especialmente en servicios, estarán muy devaluados en tiempo y salario. Por el contrario, el trabajo colaborativo y multidisciplinar tendrá un mayor auge, porque la gente seguirá especializándose en saberes que le motiven y le gusten, y la innovación seguirá requiriendo del componente humano más valioso e inimitable: la materia gris. La balanza se equilibrará en el punto de que no se van a producir productos u ofrecer servicios que no puedan ser compensados en coste, y del otro lado, no se van a pagar precios que no se puedan asumir por falta de rentas.
Trabajadores de carne y hueso vs. robots
Pero por el momento, hemos querido averiguar qué es lo que piensan las personas actualmente y hemos pedido a varios trabajadores de diferente perfil que piensan al respecto:
Elena Molero, 13 años en atención al cliente en una escuela de idiomas: «Para empezar, lo que es evidentemente humano, como la sonrisa o mostrar amabilidad al dar información, nunca podría ser reemplazado por un robot. Pero sí es verdad que gestionar las matrículas de estudiantes o el mandar emails generalizados podría hacerlo un robot perfectamente; de hecho, ya está muy informatizado todo esto. El robot podría mostrar una tablet donde aparecen lo diferentes tipos de cursos y la persona podría indicar el que quiere, elegir las horas que le quiere dedicar a la semana y reservar clase presencial, hacer el pago directamente con una tarjeta chip, etc. Para este tipo de cosas un robot sería perfecto. Pero una recepción no solo tiene el cometido de dar información o atender sugerencias, sino que tiene que realizar tareas administrativas, facturación, atender a las necesidades de profesores y estudiantes, atender a proveedores, a clientes… Mi sugerencia sería un robot en cada puesto para que las jornadas laborales fueran más reducidas. Poder trabajar cuatro o cinco horas y el resto un robot. Así todo el mundo tendría más tiempo libre para disfrutar de esta vida que se nos escapa de las manos».
Trini Díaz, 22 años en banca: «Este trabajo no lo podría hacer un robot porque un componente importante cuando se trata de manejar el dinero de uno es la confianza en la persona que te atiende y eso se consigue con el trato personal. Otro aspecto a tener en cuenta es que las incidencias e imprevistos que surgen en el día a día es imposible que las tenga todas programadas el robot. Aún en el caso de clientes con incompatibilidad de horario con una oficina tradicional y operan online, el servicio de apoyo a las operaciones por Internet llevan personas detrás para generar mayor confianza y evitar errores».
Beatriz Benjumea, 16 años conduciendo autobuses y autocares escolares: «Pienso que no, es complicado que un robot sustituya a una persona llevando un vehículo en una ciudad llena de tráfico. Podría ser si tuvieran reservado un carril y una ruta fija, pero siempre tendría que haber una persona física supervisando y controlándolo todo. Los aviones pueden pilotar automáticamente, pero no aterrizar ni despegar. En mi caso concreto, además, al no transportar mercancías y sí niños, creo que los padres no consentirían que fuera un robot el que guiase el autobús escolar».
Marina Palomino, 14 años trabajando de profesora en un colegio privado: «No creo que un robot pudiese hacer mi trabajo, es cierto que podrían saber más que yo, pero en mi opinión para ser profesor hay que tener interacción con los alumnos, entenderles, ayudarles, estar pendiente de los detalles… Un robot no podría hacer algo así. Quizás sí podría elegir las preguntas de los exámenes, y si los exámenes fueran tipo test y rellenados por casillas, las labores de corrección podrían automatizarse y acelerarse. Podrían dar la lección cuando se tratase de material de apoyo audiovisual, pero tendría que estar preparado para saber sobre la marcha contestar cuando un alumno levanta la mano».
Pedro Ramos, 35 años como operario de mantenimiento en instalaciones deportivas: «Llevo toda mi vida encargándome de que todo esté en su sitio, de que si tiene que funcionar funcione, de arreglar desperfectos, de instalar nuevas porterías o canastas, de que no falten balones… Claro que soy consciente de que las máquinas podrán hacerlo mejor y más rápido que yo algún día, y sin cansarse ni aburrirse ni importarle que sea fin de semana. Pero para entonces… ¡con suerte yo ya estaré jubilado!».
Gladys Zenobio, 20 años de cocinera: «No creo que un robot pudiera hacer mi trabajo en un comedor escolar. Los detalles, la atención que hay que prestar, el cuidado que hay que tener, el trato con los niños… no creo que un robot tenga la capacidad de probar la calidad de la comida. Quizá la planificación de los menús, sabiendo elegir los diferentes ingredientes en función de las calorías y aportes nutritivos para que sean compensados a final de la semana facilite la composición de las recetas, y en la preparación de algunos platos cuando se trate de hacer cientos de croquetas o rebozar los sanjacobos».
Gabriel Romera, seis años en agencia de medios: «En principio creo que debería estar tranquilo. La relación cara a cara con el cliente es fundamental para entender sus necesidades de comunicación, percibir pequeños detalles en os que quizás apoyar una campaña de imagen… Lo que sí es cierto, es que pueden ayudar en la fase de trastienda, cuando hay que ponerse a escuchar la conversación en las redes sociales y analizar ingentes cantidades de datos y variables. Sería perfecto si pudiera hacer las labores de guardia y estar siempre dispuesto las 24 horas del día, porque hay clientes internacionales en los que no se pone nunca el sol.
Francisco Ferri, 24 años ejerciendo la abogacía: «Un robot sería ideal para el trabajo pesado de revisar jurisprudencias y encontrar sentencias de apoyo para una defensa o para justificar una reclamación, así como para llevar todos los trámites en tiempo y plazo sin que se pasase ni uno. Pero para poder escuchar al cliente, para tratar con notarios, jueces y fiscales, para asistir a juicios o para lidiar con funcionarios de muy diversas administraciones, un robot carecería de tacto y mano izquierda. Sin embargo, para emitir solicitudes, rellenar formularios o mandar insistentemente cartas de apremio y atender llamadas a deshora sí podría serme muy útil».
Wilma Aguilar, 15 años de dentista: «Bueno, aquí hay un alto componente de confianza y trato personal. A nadie le apetece ir al dentista hasta que ya no tiene más remedio, y aun así nos pueden llegar nerviosas, llorando en el caso de los niños… Es cierto sin embargo que mucho del trabajo es cuestión de pulso y precisión, y que un robot guiado podría ser más eficaz en ciertas intervenciones, siempre que estuviera inmovilizado el paciente, pero si le preguntásemos al sujeto si prefiere ser curado por un robot y además asumir un desorbitado coste, o que sea yo a los precios de tarifa, seguramente preferiría abrirme a mi la boca… y el bolsillo».
Juan Antonio Pareja, más de 20 años como neurólogo: «Tomar decisiones ante cuadros clínicos similares, eso un robot no lo puede tener. ¿Qué hace ante un paciente de 25 años y otro de 95? ¿Asume todos los riesgos y opera por igual, o sería más humano y compasivo no arriesgar porque ya no tiene tanto sentido en el caso del hombre de 95 años? ¿Eso cómo lo discrimina un robot? Un robot lo que tiene son respuestas pero no tiene preguntas, eso no se puede sustituir. La medicina tiene una gran parte de ciencia, pero todavía tiene algo de arte y la parte de arte que tiene es la impresión que te causa un cuadro clínico de un determinado paciente, la sensibilidad y la capacidad de sufrimiento que observas, la angustia que genera el médico, la comprensión de la familia, la forma de decirle las cosas, las malas noticias, todo eso no puede ser automatizado. Todos los médicos son distintos, los hay más humanos, más atentos, más educados, más sabios… y eso lo da la naturaleza humana; los robots son todos iguales, consiste en que la programación es la misma. Pueden tomar automáticamente la temperatura o la tensión, realizar análisis o monitorizar funciones en la UFNI y quirófanos, realizar determinadas acciones quirúrgicas, pero el robot no decide, no tienen iniciativa ni toma decisiones ni se hace preguntas. El robot está preparado para dar una determinada respuesta que es siempre la misma, pero atiende a un ser humano que puede tener una respuesta inesperada, ¿qué pasa si le da una patada? De momento, demasiados matices que un robot no puede atender».
Julián Izquierdo, 15 años de informático: «El trabajo de analista informático no lo puede hacer un robot, porque si hay que interpretar una ley nueva, ver cómo afecta a la aplicación, es decir, qué cambios internos hay que hacer en los programas para que la aplicación que usa el personal que gestiona no lo noten, debe ser supervisado por los usuarios. Es cierto que muchas pruebas de coherencia y calidad están ya automatizados, pero porque ha habido una programación previa. Lo que sí es cierto es que una vez codificadas, son más rápidas y fiables».
Olga Fernández, ocho años de farmacéutica: «Yo tengo un programa que me optimiza el stock y gestiona los pedidos automáticamente, y otro que me chiva las interacciones negativas según estoy dispensando un medicamento. Si me lo pudiera permitir, tendría el robot que me envía la cajita al mostrador, pero todavía no hay uno que pueda sustituir mi capacidad de escuchar a la clientela horas y horas con una sonrisa».
José Pajuelo, 30 años como agente de seguros: «El estudio comparativo de pólizas sí las puede realizar muy bien un motor heurístico, si está ben diseñado y actualizado al día. Puede ahorrar tiempo. Pero luego está la experiencia que te da el contacto diario con los clientes, con los peritos, con las aseguradoras, con los cambios legislativos… con el tiempo he descubierto que ni siquiera la misma póliza es igual de buena para dos familias muy similares. Y a un robot, por ejemplo en el caso de un coche de conducción autónoma, que hay que ponerle todos los posibles supuestos de actuación, como en una situación imprevista de colisión o atropello inminente, ¿quién le dice que mejor atropelle a la abuela en vez de a la niña, o que se estrelle con el lado izquierdo porque la silla del bebé está en el lado derecho?