Radiografía de la Pyme 2018. Digitalización en la empresa, ¿oportunidad o desafío? (infografía)
Analizamos las conclusiones de la Radiografía de la Pyme de 2018 y, en especial, los retos asociados a su digitalización.
- Los clientes deben situarse en el centro del interés de las pymes y han de ser la principal razón de su digitalización
- No contar con grandes recursos materiales ni conocimientos tecnológicos ya no es una excusa para no actualizarnos
La digitalización es, junto a aspectos tan relacionados con ella como la internacionalización, la especialización y el crecimiento, uno de los grandes retos de las pymes españolas. Es una gran oportunidad, pero también reclama una acción decidida.
Sin embargo, aunque pueda parecer paradójico, solamente un 14% de las micropymes y los autónomos tienen establecidos programas concretos para su digitalización. En el conjunto de las pymes, ese porcentaje asciende a un 19%. Esta es una de las conclusiones de la Radiografía de la Pyme de 2018, que nos acerca Sage en formato de infografía.
La cultura digital en las pymes españolas
Sabemos que las pymes con futuro son digitales, pero ¿qué clase de digitalización habrán de afrontar? En realidad, muchas están pensando en iniciativas valiosas, pero insuficientes. Creen que todo se resuelve solamente con acciones muy concretas.
Sin embargo, la realidad es un poco más complicada. De poco sirve estar actualizados si, llegado el momento, no vamos a ser capaces de adaptarnos a otros cambios que están por llegar en un futuro no muy lejano.
Las pymes con mayor madurez digital se encuentran en un estado permanente de actualización. En definitiva, se trata de afianzar una cultura digital, que implica estar dispuestos para caminar de forma flexible en un sendero enormemente abierto como es el del futuro tecnológico y organizativo de las empresas.
Radiografía de la Pyme 2018. Digitalización en la empresa, ¿oportunidad o desafío? (infografía)
La percepción de la digitalización en las pymes españolas
La digitalización se está convirtiendo en un tema relativamente común de conversación, especialmente entre emprendedores. A estas alturas, pocas personas permanecen ajenas a su importancia. En consonancia con ello, el 74% de las micropymes y hasta un 81% del conjunto de pymes manifiestan que cada día su relevancia empresarial crece.
¿Y qué es del porcentaje restante? Seguramente, una parte pertenecerá al pequeño grupo de empresarios negacionistas, que aún creen que lo más probable es que la transformación digital tenga unos efectos muy limitados. Pero es probable que la mayor parte sean emprendedores que no quieren saber nada de la digitalización, que solamente piensan en continuar el máximo tiempo posible sin adaptaciones tecnológicas, idealmente pensando en trabajar como hasta ahora hasta su jubilación.
Los procesos y la relación con los clientes
Una de las posibles causas de que exista un grupo de emprendedores españoles que no otorgue demasiada relevancia a la digitalización es que la entienden exclusivamente como una transformación interna, muy centrada en los procesos, pero que aún no han interiorizado el cambio que supone en las relaciones con los clientes. Vemos que hasta un 81% de las pymes perciben ventajas en ahorros de tiempo y dinero, pero solamente un 55% ven en ella una ayuda en las relaciones con los clientes.
Sería conveniente una visión más integral de la transformación digital y más orientada al cliente. Y, sí, eso se logra con nuevos canales, experiencias de consumo y de pago y formas de atender a los clientes, etc. Pero no menos importante es orientar hacia ellos los procesos internos.
Por ejemplo, hoy cobran un gran interés los sistemas de información y el empleo de soluciones que permitan conjuntar a todas las áreas de la empresa. Así, las decisiones y actuaciones de todos los departamentos han de estar todas relacionadas y alineadas. Y el cliente es la brújula que nos dice hacia dónde deben orientarse.
Las palancas del cambio
Está claro que la transformación digital de las pymes puede, a primera vista, resultar un objetivo muy ambicioso. Sobre todo, produce cierto vértigo la cantidad de retos que implica en comparación a los recursos que tienen estos negocios.
Sin embargo, ese proceso no deben abordarlo solas. Una parte sustancial del éxito depende de la capacidad que tengan de saber buscar relaciones con empresas que aporten conocimiento y recursos materiales al servicio de su negocio.
Por ejemplo, el marketing digital es una de las asignaturas pendientes de muchas pymes españolas. Pero no lo es porque no cuenten con un departamento que pueda hacerse cargo integralmente de todas las labores del marketing digital (algo que no hacen siquiera las empresas de mayor tamaño), sino porque no han sabido contactar con los profesionales adecuados como publicistas, diseñadores gráficos, creadores de contenidos, analistas de SEO, especialistas en SEM, consultores de estrategia, etc.
Ese mismo fenómeno se reproduce en múltiples áreas de interés para la digitalización. Las empresas especializadas prestan sus servicios a un número elevado de clientes. Sage es un buen ejemplo de ello, ya que trabaja para todo tipo de pymes repartidas por el mundo, reconociendo problemas comunes y situaciones singulares, aprendiendo de la experiencia y ofreciendo soluciones que revierten en beneficios para sus clientes.
¿Por qué no conviene dejar la digitalización para mañana?
Como observamos en la infografía, muchas pymes están retrasadas. Sus principales inversiones en digitalización se centran en la conectividad. Pero de poco sirve mejorar en conectividad si no tenemos cultura digital y damos uso a las nuevas herramientas.
Mientras esas pymes viven en un letargo digital, otras de su mismo sector o de otros que pueden entrar en competencia, están adoptando un enfoque distinto: observan, se forman, invierten, estudian las oportunidades y problemas de la digitalización, planifican cómo podrían ser los procesos y las relaciones con los clientes en el nuevo contexto, analizan las necesidades de recursos humanos, etc.
La diferencia entre esos modos de proceder se acaba manifestando en una progresiva pérdida de competitividad de las rezagadas. Las transiciones suponen costes muy elevados para ellas y, con cierta frecuencia, no saben afrontarlas. No aprenden ni acumulan conocimiento y, a la larga, lo más probable es que tengan que cerrar.