Quiero montar un negocio en 2016: ¿Por dónde empiezo? ¿Es bueno montarlo con alguien cercano?
Si uno de tu propósitos de 2016 es montar un negocio, seguramente te habrás preguntado por dónde empezar o si debes emprender con la ayuda de alguien cercano. Son dos cuestiones que frecuentemente surgen al principio, cuando se quiere empezar y no se sabe muy bien cómo dar los primeros pasos. A continuación, te contamos cómo puedes hacerlo.
Montar un negocio: ¿Por dónde empiezo?
Cuando se quiere montar un negocio surge la duda de por dónde empezar. ¿El huevo o la gallina? ¿Necesito antes la idea de negocio o el capital? ¿Qué formación necesito? ¿Me tengo que dar de alta como autónomo o empleado?
Montar un negocio es un proceso y hay que ir por orden, o más o menos. Dependiendo del negocio en cuestión, existirán una serie de barreras de entrada que habrá que superar para poder iniciar la actividad. En unos serán pocas y resultará muy fácil, mientras que en otros la cosa será más complicada.
Casi siempre se suele decir que hay que encontrar «la idea» para montar el negocio, algo innovador, que sea diferente y más cosas que, en realidad, nos alejan más que acercan al inicio de la actividad emprendedora. En realidad, lo que se necesita es una propuesta de valor al cliente.
Hay quien monta un bar y le va de maravilla, siendo ésta una idea de lo más común. A otros no les va tan bien, puede que por no saber ejecutarla o por haber implantado su propuesta de valor de forma errónea (lugar equivocado, mala atención al cliente, horarios no compatibles con las costumbres de la zona, productos de poca calidad, etc.). Es una demostración de que la idea es importante pero también su ejecución y materialización en productos y servicios reales.
No hace falta ser ultrainnovador, no se requiere un máster específico, el capital debe llegar a su tiempo: lo que se necesita es ser capaz de detectar una necesidad y lanzarse a resolverla con decisión, determinación y sabiendo que las cosas no serán como habíamos planeado.
Montar un negocio: ¿Lo monto con alguien cercano?
Una de las dudas que aparecen a la hora de montar un negocio es si se debe hacer sólo o con la compañía de alguien más. Al principio, dar el paso puede generar una sensación de vértigo o de montaña imposible de escalar en solitario, dado el riesgo que se debe asumir en el plano económico y la cantidad de tareas a ejecutar en los primeros meses, además de las incertidumbres sobre el funcionamiento del negocio que a mucha gente le da miedo afrontar sin la compañía de un socio.
La respuesta a la pregunta de si es mejor emprender sólo o en compañía no es única, dado que es necesario conocer los perfiles de las personas involucradas, saber si son capaces de trabajar en solitario y de su potencial como asociados. Hay personas que no son capaces de sacar adelante un negocio sin ayuda de un tercero, mientras que para otras sucede todo lo contrario, no son capaces de adaptarse a las exigencias de un negocio con un socio (toma de decisiones conjunta, aportaciones de capital, trabajo en equipo, etc.).
Si se va a montar un negocio en solitario, la ventaja es que la toma de decisiones será más sencilla, dado que no habrá más personas con las que discutir. Los desacuerdos y decisiones difíciles, como las relacionadas con las inversiones y gastos del capital de la empresa, suelen ser foco de disputas entre socios, por lo que emprender en solitario es una manera de evitar este riesgo.
Por contra, emprender sin compañía lleva a que se tienda a asumir toda la carga de trabajo y obliga a organizarse muy bien, contratando si fuera necesario a alguien que pueda venir a ayudar a sacar trabajo adelante e incluso subcontratando tareas, cosa que no siempre es fácil para el «emprendedor solitario». Además, otro contra de emprender sin compañía es que se tienen menos recursos dedicados al negocio plenamente y esto se puede notar cuando haga falta aplicar materia gris o mano de obra de forma intensiva, dado que no es igual la implicación de un socio que la de un empleado.
Emprender en compañía es una ventaja porque ayuda a diluir el riesgo de que el negocio fracase y sus consecuencias, por varias razones. Por ejemplo, se pueden dividir los esfuerzos de aportación de capital necesario para que la empresa arranque (constitución de la sociedad, compra de material, alquiler de espacios para trabajar, etc.).
Otra ventaja es la diversidad que pueden aportar diferentes personas asociadas en un negocio, dados sus diferentes perfiles personales y profesionales. No es lo mismo hacer funcionar un negocio con la experiencia de una única personas, que aprovechando la de varios profesionales con conocimiento práctico en diferentes sectores.
En caso de que la decisión de emprender acompañado lleve la componente familiar o de alguien muy cercano (pareja, amigo íntimo, etc.), hay que tener presente que se está hablando de trabajo y, si las cosas no salen bien, puede tener consecuencias en el plano personal. Sucede a veces que una pareja monta un negocio y los miembros no contribuyen por igual, surgiendo desequilibrios que llevan a que la relación se vea afectada.
A veces, es mejor separar el plano personal y profesional y dejar estancos los dos ámbitos, para evitar perder en ambos. El día a día genera tensiones y roces que se pueden ir acumulando y hacer que las relaciones en la empresa familiar o con amigos, al cabo de los meses o los años, no sean iguales que en los primeros días con sueñor y grandes objetivos.
En cualquier caso, sea cual sea la decisiona a tomar, de emprender en solitario o con compañía de otras personas, siempre hay que tener claras las consecuencias de que las cosas no salgan bien (quien paga la fiesta, hasta qué límite, cómo puede afectar a nuestra vida personal); y también de que salgan bien (cuánto gana cada uno, cómo se van a incorporar nuevos socios), ya que también sucede que las empresar mueren de éxito por no haber previsto cómo gestionarlo.