El salto de fe del controller
En los últimos meses, desde la Red Española de Controllers (REC), hemos trabajado duramente para difundir una visión moderna de la profesión del Controller. Queremos de este modo desterrar la idea de que el departamento de control de gestión es el departamento de «asuntos internos» de la empresa.
Para ser justos, la palabra control no nos ha ayudado demasiado en la difusión de nuestra profesión. La RAE define control como Comprobación, inspección, fiscalización, intervención, justo lo contrario de lo que muchos defendemos debería ser el control de gestión. Desde la REC, creemos que el controller del siglo XXI será un profesional capaz de ayudar a su empresa en la consecución de sus objetivos estratégicos y operativos, apoyando de este modo a la dirección de la empresa a mejorar su posición competitiva en el mercado. Por tanto, el control de gestión del siglo XXI tiene mucho más que ver con la gestión y mucho menos con el control.
En estos años que llevamos difundiendo esta visión, hemos detectado que el controller se queja mucho. Se queja porque se siente como la persona a la que se recurre para solicitar información imposible. Se queja porque se le pide que realice informes inútiles y carentes de valor, y para colmo, y a pesar de realizar todo lo anterior, no se siente valorado dentro de su organización.
Llegados a este punto, creo que los profesionales del control de gestión debemos realizar cierta autocrítica. Si nos piden informes inútiles, ¿qué hacemos nosotros para cambiarlos o evitarlos? ¿Es que no somos capaces de reconducir las peticiones imposibles de información hacia información disponible y que pueda ser útil para nuestro interlocutor? ¿Escuchamos o nos excusamos? Para colmo, muchos de los controllers, entre los que sin duda me encuentro, en algún momento de nuestra carrera profesional nos hemos sentido incomprendidos y poco valorados, ¿pero hemos puesto un plan de acción (como nos gusta esto a los controllers) para solucionarlo? ¿Hemos analizado las necesidades de nuestros clientes internos?
Siempre que pienso en estas cosas automáticamente me viene a la mente una escena de la película Indiana Jones y la Última Cruzada. Indy tiene que encontrar el Grial para poder salvar a su padre que se encuentra gravemente herido y se enfrenta a una terrible prueba: el salto de fe. Tiene que cruzar un barranco en el que no existe ningún puente y a simple vista parece un salto imposible. Sin embargo, cuando Harrison Ford lo intenta, descubre que debajo de sus pies aparece un puente que era imperceptible a la vista humana. La moraleja es que su fe le permite cruzar.
Pues bien, el controller se encuentra en la misma disyuntiva que se encontraba nuestro amigo Indy. Su salto de fe consiste en decidir si quiere involucrarse más en la gestión o, por el contrario, mantenerse en su posición reactiva. Las dos decisiones tienen riesgos, pero hay una en la que el final es conocido. Si no cambias, las cosas seguirán igual o peor.