Se trata de una herramienta de control que consiste en verificar que los registros realizados por la empresa se encuentren también registrados por el banco, con el objeto de verificar que todo esté correcto y detectar errores u omisiones. Este proceso se concluye cuando se logra que el saldo contable, al sumar y restar las diferencias, sea igual al bancario. Se trata por tanto de mostrar la diferencia entre el saldo de una cuenta llevada por un banco y la cuenta respectiva de acuerdo con los libros del cliente del mismo banco.
Las diferencias que se producen en la conciliación pueden ser de dos tipos:
– Temporales: aquellas que no están registradas por una cuestión de tiempo
– Permanentes: se refieren a errores u omisiones tanto del banco como de la empresa. En estos casos debe realizarse un asiento de ajuste porque si no, la diferencia se mantendría.
Es importante destacar que la conciliación no tiene como objetivo legalizar los errores. Se trata simplemente de un mecanismo que permite identificar las diferencias y sus causas, para luego proceder a realizar los respectivos ajustes y correcciones.