Temporada 2: Da rienda suelta a la productividad
Cómo aprovechar cada momento
En una sociedad enfocada en la productividad, a menudo confundimos nuestro valor con nuestras tareas diarias. Sin embargo, la vida va más allá de nuestros logros y la productividad es solo una parte de la ecuación.
- Replantear nuestra perspectiva sobre la productividad y valorar los pequeños momentos nos ayuda a disfrutar de una vida más completa y significativa.
- Aprovechar los momentos en lugar de los días nos permite encontrar satisfacción en las acciones diarias y mantener el equilibrio.
En la sociedad en la que vivimos, obsesionada con la productividad, confundimos lo que hacemos con nuestra valía personal.
Por lo tanto, muchas veces creemos que nuestro día ha sido un fracaso porque sigue habiendo cosas en nuestra lista de tareas pendientes, pero nuestra vida va (o debería ir) mucho más allá de nuestros logros. La productividad es solo una de las muchas consecuencias de vivir bien: los contactos que hacemos, las relaciones que cultivamos y las experiencias que tenemos también cuentan.
Para replantearnos cómo medir el valor de nuestros días, debemos empezar por ser conscientes de que rara vez los aprovechamos al máximo: más bien les arrancamos ciertos momentos. Te cuento cómo empezar a cambiar tu perspectiva.
Empieza poco a poco
A veces, los momentos se nos escapan porque estamos sobrepasados o bien porque no sabemos por dónde empezar con un proyecto o una tarea.
Por supuesto, hay veces que necesitamos pensar en grande, pero otras veces las expectativas, las comparaciones y el perfeccionismo se entremezclan con nuestras ambiciones.
El antídoto a esto puede ser hacer cosas pequeñas y centrarnos en el momento que tenemos ante nosotros. Como dijo la autora y poeta Eliza Cook: «Ocúpate de los minutos y los días se ocuparán solos».
Llenar un minuto es algo factible, casi tangible: todos podemos visualizar un minuto de una forma en la que no podemos visualizar un día, o la semana que viene, o el mes siguiente. Además, a veces alivia pensar en pequeño, posponer un plan grande y agobiante por un momento y dedicar un minuto a hacer algo útil.
Toma nota de los pequeños momentos
Además de centrarnos en el momento que tenemos ante nosotros, podemos hacer espacio para esas cosas pequeñas que nos aportan alegría y satisfacción en nuestro día a día.
Las cosas que están bajo nuestro control cada día no suelen ser muchas (lo que leemos, lo que pensamos, con quién nos relacionamos, cómo tratamos a otras personas, a qué prestamos atención), pero pueden ser maravillas cotidianas.
Te sugiero que hagas una lista de pequeñas cosas cotidianas como leer, dormir en sábanas limpias, ordenar tu escritorio, escuchar un podcast o enviar un correo de felicitación a alguien que está haciendo un buen trabajo.
Da mucha tranquilidad saber que no tenemos que dar un giro de 180 grados a nuestra vida para encontrar pequeños momentos de satisfacción o felicidad: basta con elegir un elemento de nuestra lista de pequeñas cosas y empezar por ahí.
Crea un contrapeso partiendo de los buenos momentos
Estas pequeñas cosas cotidianas pueden convertir tu día en algo bueno, incluso en mitad de una racha de días no tan buenos. Me refiero a esas cosas que hacemos por y para nosotros y no para ponernos medallas, hacer favores o demostrar algo. Cuando estas se acumulan, se crea un contrapeso de cosas buenas que pueden equilibrar nuestra vida.
Por lo tanto, en lugar de tratar de solucionarlo todo, prueba a afrontar las cosas día a día, hora a hora, minuto a minuto.
Al fin y al cabo, un buen día no tiene por qué ser uno en el que todo haya salido a la perfección o en el que hayas batido un récord de productividad: esos días son solo una de muchas posibilidades. En vez de eso, puede ser simplemente uno en el que seamos conscientes de esas pequeñas cosas. Aprovecha los momentos en vez de los días.